El feminismo excluyente. Una peligrosa paranoia.

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NOTA: Dice «ayer» por el pasado dia 14 de agosto. Yo lo publico hoy porque en realidad lo importante es el hecho en si, la fecha es irrelevante.

Escrito por Luis I. Gómez

Ayer el feminismo excluyente patrio convocaba una manifestación en Madrid para protestar frente a la violencia machista. No todas las buenas causas me sacarían a la calle, pues siempre me fijo al lado de quién camino llevando una pancarta. No es lo mismo manifestarse contra el abuso de menores al lado de Heinrich, mi vecino, su mujer y nuestros vecinos, que hacerlo al lado de un neonazi salido de la caverna marrón del subconsciente germano. En el caso de las convocantes de la marcha madrileña contra la violencia machista, no me dejan elección: los hombres no podíamos participar en la “marcha”.

Como lo leen: marcha NO MIXTA, es decir, solo para mujeres.

¿Por qué no nos está permitido a los hombres que repudiamos la violencia en calquiera de sus formas participar en una marcha contra la violencia en una de sus formas? Porque para las convocantes todos los hombres -sí, todos, usted y yo también- somos presuntos violadores, presuntos agresores y presuntos homicidas. Sin paliativos y sin atenuantes. Deberíamos vivir bajo permanente vigilancia, pues en cualquier momento podríamos pasar a la acción.

Uno de los procesos psicológicos que conducen a las ilusiones o los delirios, entre los que se encuentra la paranoia, es lo que en inglés se denomina “jumping to conclusions” una inferencia espuria o distorsionada que hace que en ausencia de evidencias que apoyen una determinada conclusión el individuo, de todas maneras, llega a dicha conclusión saltándose la lógica de la racionalidad.

Otro modelo psicológico que explica la ocurrencia de la paranoia es el modelo de la anticipación de la amenaza. De acuerdo con este modelo sentimientos internos y eventos externos causan la aparición de la manía persecutoria o paranoia. Los sentimientos internos son experiencias anómalas clave para la ideación paranoide y los eventos externos son expresiones faciales, miradas, gestos ambiguos que se interpretan como amenazantes.

Efectivamente, la violencia es un hecho real. Muchos humanos son, desgraciadamente, violentos, y cobardes: aplican la violencia frente a los que consideran más débiles confiando en que las represalias sean leves o inexistentes. Debido a las diferentes características físicas de hombres y mujeres, muchos hombres violentos eligen a las mujeres como sujetos de violencia, pues las consideran débiles. Yo soy un hombre que nadie puede caracterizar como violento. Ni la violencia física, ni la verbal son herramientas válidas para mí. Asisto, pues, con preocupación a toda manifestación de violencia, y mi preocupación aumenta si las víctmas son especialmente débiles: niños, mujeres, ancianos, minusválidos….

Sin embargo, no veo la razón para hacer un distingo entre la violencia aplicada a niños, o mujeres, o ancianos, o cristianos en Nigeria, o cualquier otro grupo o individuo que sea atacado pecisamente por ser débil o diferente.

La iniciativa de las feministas patrias es un absurdo en sí misma: en lugar de usar el derecho de libertad de expresión para convocar al mayor número posible de personas frente a lo que ellas consideran un delito (que lo es, y muy grave), deciden renunciar al apoyo de hombres como yo, pervirtendo un acto de intenciones posiblemente positivas en un aquelarre segregacionista de vulgaridad incomparable y profundamente patológico: ellas, y SÓLO ELLAS son las víctimas; nosotros, y TODOS NOSOTROS somos los enemigos culpables. Cualquier psicólogo al que consulten les dirá que eso necesita tratamiento.

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8 comentarios sobre “El feminismo excluyente. Una peligrosa paranoia.

  1. Todo esto es parte de las famosas discriminaciones «positivas» en favor de las mujeres. Toda discriminación es negativa, injusta y con ella nunca se va a lograr nada bueno.
    Algo que supuestamente me beneficie a mi, pero perjudique a mi hijo y a mi marido, es malo para mi.
    Somos personas, independientemente de nuestro sexo, y debemos luchar por un mundo más justo para todos (sin perder el tiempo escribiendo estupideces como «todos y todas»). En el mundo hay personas maltratadas y eso es lo que debemos de evitar.
    Habemos mujeres que llevamos toda la vida viviendo y trabajando codo a codo con los hombres y siempre nos hemos sentido compañeras y bien tratadas. Las situaciones desagradables se pueden vivir con hombres o mujeres y en cada una de ellas hay que saber cortar a tiempo y buscar el camino correcto.

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      1. Pero absurdo como todo revanchismo. Se debe luchar contra los actos erróneos, independientemente del sexo y las preferencias sexuales de los que los comentan.

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