La Verdad fue enterrada antes que Hugo Chávez

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Por Jorge Serrao, 10/03/2013

La revelación bombástica es que el cuerpo exhibido, lleno de secreto y seguridad, en una súper urna lacrada, no es el de un ser humano normal, deformado por un terrible cáncer. El cadáver sería un muñeco de cera. El simulacro de un Chávez “embalsamado”

Tal vez por esquizofrenia, deficiencia mental, o falta de carácter, aquellos que piensan y actúan con ignorancia, radicalismo y sin ética, diciéndose socialistas, comunistas, fascistas, nazistas, etc., acostumbran atentar contra la Verdad —definida como realidad universal permanente. Pero los bolivarianos exageran en la dosis de la mistificación en la gestión de la muerte del mito Hugo Chávez Frías.

En los medios diplomáticos y en el área de la inteligencia militar argentina circula una información 1-A-1 acerca de los procedimientos antes y después de los funerales del Presidente y revolucionario inventor de la República Bolivariana de Venezuela. La revelación bombástica es que el cuerpo exhibido, lleno de secreto y seguridad, en una súper urna lacrada, no es el de un ser humano normal, deformado por un terrible cáncer. El cadáver sería un muñeco de cera. El simulacro de un Chávez “embalsamado”.

El sorprendente descubrimiento de que un cuerpo en el faraónico féretro bolivariano no correspondía al Hugo Chávez original fue de la “Presidente” de Argentina Cristina Kirchner. La gran amiga de Chávez estaba preparada para pronunciar el más emotivo discurso político en el momento en que llegó cerca del difunto. Quedó tan revuelta y contrariada que se valió de una disculpa mal hilada para regresar urgentemente a su país — incluso dejando sin aventón al presidente uruguayo José Mujica que vino con ella hasta Caracas.

La explicación bombástica para el súbito retorno de Cristina ha sido relatada por la inteligencia militar argentina. Cristina tuvo un shock emocional cuando se vio envuelta en la farsa bolivariana montada para el velorio de Chávez. Sin creer en lo que le mostraban sus ojos, Cristina encargó a una edecán para que investigara, de inmediato, si no estarían ante una “jugarreta de mal gusto con la muerte de alguien muy querido por ella”.

La ayudante argentina interpeló a un alto miembro de la guardia militar personal de Chávez —quien prácticamente confesó la trampa: allí no estaba el cuerpo original del amado comandante. La oficial le transmitió de inmediato la información a Cristina – quien saltó. Salió del velorio embravecida, hacia el hotel, avisando que ya no diría un discurso para un muñeco. El presidente impuesto de Venezuela, Nicolás Maduro, trató de convencerla de lo contrario, sin éxito, Cristina regresó volando a su casa.

La Presidente Dilma Rousseff, que llevaba a hombros al ex Luiz Inácio, fue informada sobre el incidente. Dilma y Lula dirigieron una breve mirada a la urna de Chávez, conversaron rápidamente con los presentes, y también se fueron lo más de prisa posible —alegando cosas urgentes a ser resueltas en Brasil. Siguiendo el ejemplo de Cristina, no quisieron participar en la farsa completa de la sepultura de aquél que era el líder operativo-militar del Foro de São Paulo (organización que reúne a las izquierdas guerrilleras, revolucionarias, o simplemente gramcistas en América Latina y en el Caribe).

Historia aparte del “muñeco de cera” —una versión completamente no oficial de las exequias de Chávez— todo en torno a su muerte como una gran farsa, digna del más cínico y mentiroso socialismo bolivariano que transformó a Venezuela en un país en descomposición política, económica y social. Todo indica que Hugo Chávez ya vino muerto de Cuba —donde no murió de problemas directamente relacionados con el sarcoma que sufrió metástasis.

Lo que realmente llevó a Chávez de este mundo al otro fue una brutal infección hospitalaria, que le afectó un pulmón. Tal hecho nunca será admitido oficialmente, ya que el cuento-dogma comunista prescribe que la isla perdida de los hermanos Castro tiene “una de las medicinas más avanzadas del mundo”. De haber sido tratado en Brasil —como lo hicieron Dilma, Lula y el ex presidente paraguayo Fernando Lugo— Chávez podría estar vivito y coleando. Mala suerte para él que el Hospital Sirio Libanés no quiso recibir millones para tratar, sin transparencia ni “en secreto socialista” el grave caso médico.

Otro hecho que la inteligencia de los Estados Unidos ya dejó bien evidente en los medios diplomáticos: Chávez murió, probablemente, a principios de enero. La prolongación misteriosa de su vida fue apenas una trampa para permitir la inconstitucional toma de posesión de Nicolás Maduro, a través de la generación de un melodrama popular en torno a la fanaticada por la “salvación” y curación del bien amado mito Chávez. El problema para el régimen venezolano es que el atraso en la revelación de la verdad contribuyó a que florecieran las mentiras…

La tendencia política en Venezuela es de victoria electoral del presidente impuesto Nicolás Maduro, en la elección fijada para el 14 de abril. Pero la temporada de pleitos internos y traiciones entre los bolivarianos es sólo una cuestión de poco tiempo. A pesar de haber sido chofer profesional de autobús, antes de caer en el mundo fácil de la vida sindical prácticamente sin trabajo, Nicolás no está maduro para liderar la revolución bolivariana. Chávez es insustituible. Y como un mito nunca muere, debe ensombrecer a Maduro —quien tendrá que soportar las presiones de la oposición, en crecimiento natural, y las traiciones y rebeliones internas que deben surgir principalmente en el área militar venezolana (en franca división y conflicto entre Ejército y Armada).

El socialismo bolivariano hizo implosión en Venezuela. La demagogia sedujo al electorado pobre y miserable —siempre la masa moldeable para maniobra de toda la Historia—, pero las clases media y alta de Venezuela comen el pan amasado por Chávez. Su moneda —el bolívar— vale tanto como la verdad para los ideólogos socialistas. La crisis de desabastecimiento de productos básicos mete miedo. La inflación totalmente fuera de control. El desempleo sólo aumenta. La estatal petrolera PDVSA opera en régimen de ineficiencia. El producto de los petrodólares se usa más para demagogia que para inversión en infraestructura real.

Las instituciones venezolanas se hallan en descomposición. El Poder Judicial es una desmoralización. El Legislativo una pieza manipulada por el Ejecutivo autoritario y arbitrario. La injerencia ideológica de elementos del aparato represivo cubano en el gobierno bolivariano es un fenómeno políticamente dantesco. El nivel de corrupción venezolano que le da envidia al más envuelto en el escándalo del mensalão en Brasil. Venezuela tiene todo lo peor que puede tener un país del tercer mundo. Subdesarrollado, lleno de desigualdades y donde explota una ola de violencia sin perspectiva de control.

La situación venezolana, al Brasil le hace poco oler el hedor. Los problemas concretos son apenas dos. La deuda no pagada de PDVSA en la asociación con la Petrobras en la sobrefacturada refinería Abreu e Lima, en Pernambuco, que aún le falta mucho por salir del papel. Otro rollo son los préstamos a perder de vista del BNDES brasilero para que grandes empresas realizaran mega-obras —también sobrefacturadas — en tierras bolivarianas. A lo sumo, Venezuela tiene relación comercial insignificante con Brasil.

Una posible caída del régimen bolivariano —que es cuestión de poco tiempo— puede generar un efecto cascada (sin juego de palabras) entre los países afectados por el cáncer ideológico y de ideocracia del Foro de Saõ Paulo. La primera víctima de una post-derrocada Venezuela debe ser Argentina donde las cosas ya van de mal en peor en la gestión de Cristina. Cuba debe tener aún más problemas si la caja venezolana se agota. El resto entra en el tradicional “efecto Orloff” (vodka que se consagró con el lema publicitario “yo soy tu mañana”).

La prematura muerte del comandante Chávez les costará muy cara a los regímenes de democradura y capimunismo del Foro de São Paulo. La metástasis política ya comenzó, con muchos tumores políticos que están entrando en fase de implosión. Queda esperar para ver cómo la fécula cancerosa va a transformarse en harina viciada por las mentiras comunizantes.

Si bien no existe mal que dure por siempre y nunca acabe… Reflexionemos sobre la presentación de la imagen falsificada de Hugo Chávez (al comienzo del artículo) para que constatemos que todo lo bueno o malo siempre tiene un fin…

Traducción: Redacción analitica.com

Puede leer el artículo en su idioma original en alertatotal.net

serrao@alertatotal.net

Tomado de:

http://www.analitica.com/va/internacionales/opinion/4489052.asp

9 comentarios sobre “La Verdad fue enterrada antes que Hugo Chávez

    1. Como todo lo que hacen esos llamados «bolivarianos» que, además, se ve que NO tienen ni idea de quien era Bolivar ya que su ideario en nada pero absulutamente en nada, ni por aproximación, tenia que ver con el socialismo.

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  1. No se porqué estos regimenes totalitarios terminan siempre bordeando lo rídículo, bordeando no, totalmente inmersos en lo ridículo, se hacen una pelota como las cochinillas, y pierden la perspectiva, la cordura y el norte, pasando de fascistoides, da igual izquierdas que derechas, a infantiloides.
    Si no fuera por los perjuicios que conllevan sería para reír.
    Besos

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  2. Por Carlos Alberto Montaner

    Qué les deja Chávez a los venezolanos? Les deja tres legados y todos están envenenados: una forma disparatada de gobernar, el loco socialismo del siglo XXI, y un modelo neopopulista basado en el asistencialismo-clientelista.

    Primero, les deja el recuerdo de un personaje pintoresco que era muy divertido. Gobernaba mal, pero era entretenido y daba mucha cancha en los telediarios. Fueron catorce años de sobresaltos, sin un minuto de aburrimiento. Cantaba, jugaba al béisbol, insultaba, se peleaba con medio mundo y luego se amigaba, como ocurrió con el presidente colombiano Juan Manuel Santos, a quien parecía que le declararía la guerra, pero acabó declarándole el amor más intenso, sentimiento que luego, para sorpresa de todos, resultó ser mutuo.

    Así no se dirige un país. Es un mal ejemplo que enseguida se propaga. Maduro es un aprendiz de Chávez. Esa manera excéntrica de comparecer en la vida pública, a la que alguna gente llama “carisma”, suele generar una gran atracción entre las clases latinoamericanas menos educadas, pero siempre conduce al desastre. La seriedad, ciertamente, no da réditos electorales en aquellos parajes tumultuosos, mas no se debe renunciar a ella.

    En segundo lugar, Hugo Chávez deja instalado entre sus huestes el sucedáneo de una visión ideológica. El Socialismo del Siglo XXI no es una ideología, por mucho que se empeñe Heinz Dieterich, su alegre teórico alemán-mexicano. Es un sucedáneo compuesto por tres elementos nocivos: antiamericanismo, estatismo antimercado y rechazo a la propiedad privada como modo de generar riqueza.

    De esos tres factores, el verdaderamente clave, el que los une, es el antiamericanismo. Como Hitler estaba convencido de que todos los males que padecía la humanidad derivaban de la existencia y acciones de los judíos, lo que lo llevó a masacrarlos cruelmente, Chávez, de la mano y las magulladas neuronas de Fidel Castro, murió totalmente persuadido de que la Casa Blanca era, realmente, la guarida de Satán.

    Sólo así se explica que afirmara, sin asomo de duda, que el terremoto que devastó a Port-au-Prince fue el resultado de un arma secreta del Pentágono, probada en la capital de Haití como medio empleado por el imperialismo norteamericano para apoderarse de las riquezas de ese país. ¿Cómo se puede decir una estupidez de ese calibre y no ser internado en un manicomio o colocado en un circo?

    Junto a la maldad ínsita de los yanquis, está, también, la de los mercados. Según el chavismo, ¿a quién se le puede ocurrir que los precios deben surgir de las transacciones libres entre compradores y vendedores? A los precios hay que controlarlos, cogerlos por el rabo y sujetarlos para que los pobres puedan adquirir bienes y servicios. Las multinacionales son malas. Los mercaderes son agentes del imperialismo. La libertad económica es un camelo. La equidad, en cambio, reside en la buena voluntad de una legión de funcionarios benévolos.

    Chávez creía todo eso y se lo inoculó a sus partidarios. Para él sólo era posible una sociedad justa si un grupo de revolucionarios, dirigidos por un caudillo iluminado por la Providencia o por Bolívar, que viene a ser lo mismo, dicta el qué, el cómo y el cuándo de las transacciones comerciales.

    Pero de las tres herencias que Chávez les deja a sus albaceas para que las administren revolucionariamente, la peor es la tercera: el neopopulismo. Es decir, la noción de que la sociedad debe vivir de las dádivas del Estado y no al revés, como sucede en los países prósperos del planeta.

    En la Venezuela democrática previa al chavismo, todo hay que decirlo, ya existía un sustrato populista fomentado por adecos y copeyanos, pero Hugo Chávez multiplicó por mil esa equivocada manera de dilapidar los recursos públicos.

    En sus catorce años, mientras se cerraban más de cien mil empresas privadas, y cientos de miles de venezolanos optaban por emigrar, el presidente bolivariano creó un sistema asistencialista-clientelista montado sobre la base de otorgar subsidios y crear “misiones” que asignan servicios y bienes, generando una actitud parasitaria en millones de personas, que, por supuesto, votarán por quien las sostenga.

    Esa herencia maldita será muy difícil de erradicar. Los argentinos no han podido en más de sesenta años.
    http://diariodeamerica.com/front_nota_detalle.php?id_noticia=7709

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