La razón por la que los partidos centristas se han transformado en socialistas e irán a peor
El centrismo se ha convertido en una ficción por la radicalización de la izquierda

Desde hace más de 200 años, se viene dividiendo el mapa político en dos facciones: derecha e izquierda. En medio de ellas estaría el llamado «centrismo».
Si equiparamos a la derecha con el conservadurismo y a la izquierda con el socialismo, ¿qué es el centrismo? Aparentemente sería una mezcla de ambas facciones. Existen, de hecho, posiciones que son llamadas de «centro-izquierda» y de «centro-derecha», para referirse a aquellas personas y partidos más cercanas al centro político. Lo que mucha gente no tiene en cuenta es que estamos ante un mapa variable, y esto significa que aunque la derecha no cambie sus posiciones, el resto del mapa sí ha cambiado: se está estirando hacia la izquierda.
En los últimos años, la izquierda ha vivido un proceso de radicalización, que ha invertido la tendencia que se dio en Occidente en la postguerra, cuando los llamados socialdemócratas fueron abandonando las tesis marxistas y aceptando la economía de mercado y la democracia liberal. Desde hace tiempo, el llamado centro-izquierda ha ido asumiendo tesis que hasta entonces sólo defendía la extrema izquierda, como el feminismo radical y la ideología de género (y especialmente su versión más radical, la teoría queer).
La derecha pudo haber aprovechado esa oportunidad para evidenciar el creciente extremismo izquierdista, pero decidió iniciar una huida hacia el centro en un intento por ocupar ese espacio que creía abandonado por la izquierda. Al intentar ocupar el centro, la derecha abandonó sus posiciones de siempre y fue arrastrada por la izquierda en su proceso de radicalización. ¿Cómo pudo ocurrir esto? Pues por la sencilla razón de que el centro político es una posición equidistante: con una izquierda más radicalizada, el centro se mueve hacia la izquierda. Cuanto mayor es la deriva extremista de la izquierda, mayor es el desplazamiento izquierdista del centro político.
El problema de los partidos centristas es que la sociedad no se mueve al mismo ritmo que ellos. El creciente divorcio entre el centrismo y sus votantes ha dado lugar a una nueva derecha, que ha acabado ocupando ese espacio abandonado por el centro-derecha. Esa nueva derecha ha empezado a librar una batalla ideológica que el centrismo no puede dar, debido a su equidistancia. Esto representa un gran problema para los partidos centristas, que estaban muy tranquilos cuando no tenían competencia por la derecha. Ahora que la tienen, el centrismo debe elegir: seguir dejándose arrastrar por la izquierda o recuperar las posiciones perdidas. La mayoría del centrismo ha elegido la primera opción, porque ya no sabe hacer otra cosa que dejarse arrastrar por la izquierda.
Ésa es la razón de que cada vez sea más difícil distinguir a un centrista y a un socialista. Debido al desplazamiento de la izquierda hacia la extrema izquierda, que está llegando a unas cotas inimaginables hace sólo unos años, los centristas de hoy están ocupando las coordenadas ideológicas de los socialistas de ayer, y el proceso no se detiene, por lo que la deriva izquierdista del centrismo está condenada a ir a peor, como ya estamos comprobando. De hecho, el centrismo ya viene asumiendo viejas posiciones de la extrema izquierda (como las citadas del feminismo radical y de la ideología de género) igual que lo hizo la izquierda. El centrismo de hoy es el socialismo de hace 10 o 15 años.
Esto presenta un reto para la nueva derecha que se mantiene fiel a los planteamientos conservadores. ¿Tiene sentido que la derecha conservadora se sienta afín a un centrismo abiertamente socialista? ¿Cómo conciliar las posiciones provida de la derecha conservadora y la militancia abortista que ha adoptado el centrismo en su viaje hacia la izquierda, por ejemplo? En Polonia esa ruptura ya se produjo hace años: la derecha conservadora (el partido Prawo i Sprawiedliwość, PiS) es ya directa rival de la centrista Platforma Obywatelska (PO, abiertamente proaborto y aliada con la izquierda).
En España aún no se ha dado esa ruptura, pero Vox (partido conservador y provida, socio del partido PiS) tiene una relación cada vez más difícil con el Partido Popular (PP, centrista y socio de la PO), que viene asumiendo gran parte de las tesis ideológicas de la izquierda y cuya secretaria general ha afirmado sentirse más cerca de los socialistas del PSOE que de Vox. La cuestión es que si el PP sigue su viaje hacia la izquierda, será insostenible para Vox pactar con ese partido y tendrá que asumir que el PP es tan rival de la derecha como el PSOE.
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Foto: La Moncloa. El socialista Pedro Sánchez, presidente del gobierno d España, saludando a Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular, en una visita de éste al palacio de La Moncloa.