Carlos III ante la inocencia de Carlos IV
—Cumpliendo el deber que te exige tu condición como Príncipe de Asturias, te desposarás con María Luisa, hija de los duques de Parma que, según tengo entendido, es una joven de notorias y virtuosa cualidades.
Carlos, mostrándose insólitamente complacido ante la noticia, verbaliza entonces, para inaudito asombro de su ilustrado padre, una absurda e inocente reflexión mientras se imagina ya en los brazos de tan hermosa mujer.
—Padre, celebro desposarme con una mujer que nunca me podrá engañar ni dañarme con adulterio.
Carlos III, estupefacto y sin alcanzar a comprender por qué había llegado a aquella extraña conclusión, carraspea antes de pedir a su hijo la aclaración de tan insólita certeza.
—¿Cuál es la razón que os lleva a afirmar tal cosa?
A lo que el Príncipe de Asturias, inocente, por no decir, corto de miras, responde rápidamente con inusitada seguridad pensando que, su padre, quedaría complacido al verle llegar…
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