Indigno
Dicen que una vez, en una relajada sobremesa, un financiero sin escrúpulos que quería pasar por original decidió decirle lo siguiente al escritor y humorista estadounidense Mark Twain:
—Antes de mi muerte pienso hacer peregrinación a Tierra Santa; quiero subir a lo alto del monte Sinaí para recitar en voz alta los Diez Mandamientos.
—Podría hacer usted una cosa mejor todavía —replicó Mark Twain—: quedarse en su casa de Boston y cumplirlos.
Marlaska no ira a Tierra Santa para ello necesitaría creer en Dios y para el Dios, como se ha comprobado, se apellida Sánchez. Además, si algún día, antes de hacerse ministro, blandió su voluntad de que cumplir con los ciudadanos y proteger sus intereses por encima del cargo, hoy ya sabemos que no, Marlaska no ha cumplido, no cumple y no cumplirá.
Como un sanchista más, Marlaska se aferra al sillón y por más que su indignidad le exponga…
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