Viaje a Aracena – 21
#relatos
Dejé la plaza y me interné en el entramado de calles que trepaban por la falda del monte.
A la puerta de las casas había viejas de luto sentadas en sillas bajas. No había en su vestimenta una sola nota de color. Negros eran los pañuelos anudados debajo del mentón, las toquillas, los delantales, las medias y las babuchas.
Solas o acompañadas, permanecían mudas. A veces lanzaban un suspiro que testimoniaba su pertenencia al mundo de los vivos. Estos seres, a los que la edad había marchitado y cuyos rostros eran apenas visibles, participaban ya del reino de las sombras.
Pese a que todos los indicios apuntaban a un desapego de los asuntos terrenales, esta impresión era engañosa. Sus taimados ojillos no se apartaban de mí.
Cansado de deambular, me acerqué a dos viejas para preguntarles por dónde se iba al taller. Ambas eran regordetas y tenían la cabeza…
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